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La voz y la fe que marcaron la vida de Pilar Rodríguez

septiembre 6, 2021


Fotografía de Pilar Rodríguez junto a su familia

Madre y esposa de 27 años, cercana al canto y a su iglesia en Puente Alto, esta ingeniera en recursos humanos de la Facultad de Educación murió el pasado 13 de agosto de 2021 producto del Covid-19.

Ese día había decenas de globos blancos.

Ese día se oyeron cantos. Ese día todos en el pasaje sabían por qué.

A mediados de agosto, en el funeral de Pilar Rodríguez Parra, en Puente Alto, las y los asistentes se unieron entre recuerdos y canciones, intentando hacer del rito de despedida un momento de conexión. Amistades de su trabajo en la Facultad de Educación de la UC, amistades de su iglesia evangélica, y ese clan familiar donde la música era vital, evocaron con canciones la voz de Pilar y aquella personalidad de “torbellino” con la que les marcó.

Tras 27 años, la ingeniera en recursos humanos murió el 13 de agosto pasado, después de meses en que el Covid-19 afectó a su familia. Cuando ella y su abuelo fueron trasladados en el mes de junio al hospital, sus autos se encontraron en el camino. Se detuvieron. Se miraron por la ventana. Se lanzaron un beso al aire. Su abuelo moriría algunos días después de ese saludo.

“Fue una despedida para ambos, sin que lo supieran. Ha sido un proceso muy difícil, pero sin duda nos da consuelo su recuerdo, hablando siempre de Dios, amando a su familia, a su esposo, a su hijo: una mujer siempre con fe”, dice hoy Ruby Rodríguez Parra, su hermana mayor.

Recordando a Pilar 

Pilar -la segunda de cuatro hijas-, creció en una casa donde abundaban los instrumentos musicales, y así fue aprendiendo a tocar guitarra, mandolina y hasta violín.

“Somos bien aclanados, en esta familia cantamos todos y somos músicos amateur. La Pili cantaba hermoso y le encantaba la música. En su época de estudio ella participó en un concurso de canto y ganó: era una de las cosas que más le gustaba hacer. Pili era muy alegre, y disfrutaba mucho de participar en el coro instrumental de la iglesia. Motivaba siempre a las personas con esa energía”, cuenta Ruby Rodríguez Parra.

Pese a tener cuatro años más que Pilar, para Ruby existía otra dinámica de roles, en el que Pilar siempre marcaba una pauta de liderazgo.

“Teníamos una relación muy unida, apañadora. En esta familia cada uno cumple un rol, y sin duda el rol de Pilar era esencial. Si bien yo soy la hermana mayor, la que tenía más carácter era ella: la Pili ordenaba todo, e incluso ayudaba a mi mamá con las cuentas. De chica, era la más juguetona, la más revoltosa y la más coqueta también. Pilar tenía un carisma increíble. Ella siempre fue muy directa, si algo le molestaba lo decía sin problemas, y esa honestidad junto a su alegría hacían que la gente la quisiera mucho”, recuerda Ruby Rodríguez Parra.

Cuando compartían en la casa familiar, aunque fuera por solo cinco minutos, esa personalidad se sentía. Pilar paseaba por todas las habitaciones, saludando a todo el mundo, y ese torrente de fuerza les abrazaba, les retaba, les recordaba que tomaran agua o que salieran a tomar sol.

“Era un torbellino: donde llegaba metía bulla, era escandalosa, nos hacía reír o nos daba una pauta. Era una líder innata y nos hace falta. No estoy exagerando al decir que Pilar se notaba mucho: en estos momentos en la casa se nota demasiado que ya no está”, describe su hermana.

Para su familia y sus amistades en la UC, Pilar era una mujer de metas, de encontrar felicidad en su trabajo. Llegó a la dirección económica de la Facultad de Educación UC el 13 de junio de 2018, ocupando el cargo de asistente financiera y gestión operativa del proyecto FID. Desde ese primer día, su integración al equipo fue inmediata, sostienen desde la unidad.

“Realmente sentimos mucha unión en este equipo. Por eso nos afectó tanto la partida de Pili, ella era parte de esta familia. Sentíamos un lazo sanguíneo más que laboral. Ella llegó aquí de novia, fuimos a su casamiento con Israel. Durante la pandemia supimos que estaban esperando a Pedrito (hoy de dos meses de edad), y siempre estuvimos haciendo reuniones por Zoom, así que nos veíamos todas las semanas. En la dirección económica pudimos guiarla y ella se integró muy bien a las necesidades del grupo. Se dejaba enseñar, era muy proactiva, inteligente y trabajadora. Andaba siempre a la moda, impecable. Era empeñosa y muy buena compañera”, dice Pamela Carreño, de la dirección económica de la Facultad de Educación UC.

Para ese equipo de trabajo, encabezado por Claudia Pinochet, junto a Fabiola Layana, Joshua Acevedo y Pamela Carreño, el recuerdo de su amiga Pilar Rodríguez Parra tiene esa paz que da el haberse querido transparentemente, el haber estado presentes.

“Ella era nuestra amiga. Pilar fue un regalo para nosotros. De verdad demostraba los frutos del espíritu del que habla la Biblia: ella era amor, gozo, paz, y yo sé que era muy feliz aquí, que se sentía amada por nosotros. Llegaba muy contenta en las mañanas, y desde el día que llegó a la UC se sintió parte de la comunidad y estuvo muy empoderada de su cargo. Sentimos que no quedó nada pendiente entre ella y nosotros, porque ella sabía que la amábamos mucho y era algo recíproco. Nos necesitábamos y nos respetábamos. Ahora tenemos ese pedacito de ella que es Pedrito, y que nos consuela hoy. Su esposo Israel es muy amable y nos comparte fotos de sus avances. El niño es igual a la Pili. Y ella era como su familia, gente de fe y de amor”,  recuerda Pamela Carreño.

Fuente: La voz y la fe que marcaron la vida de Pilar Rodríguez