Educar a las nuevas generaciones e introducirlas al mundo, hoy más que nunca, en los tiempos que corren, es una tarea y una profesión de la más alta relevancia. Los cambios vertiginosos que vive el mundo, las transformaciones de nuestras relaciones con la naturaleza y la tecnología, la constatación de múltiples injusticias que las sociedades deben superar, y que han generado dolor y mostrado indiferencia por muchas vidas humanas, son todos aspectos que deben enseñarse, transmitirse, aspectos con los que debemos reflexionar con las nuevas generaciones. Todo eso hace que hoy la educación y la pedagogía sean una profesión de altísima relevancia. Y por supuesto contribuir a que cada niña, niño y joven alcance su máximo potencial, y pueda participar activamente de la sociedad, es también una contribución de primer orden. Todo esto hace que su decisión de estudiar pedagogía deba hacerlos sentirse orgullosas y orgullosos.

La decisión de estudiar pedagogía ocurre en tiempos en que la fisonomía de la profesión se está transformando en el país. La profesión docente está siendo fortalecida con múltiples políticas e iniciativas. Una nación que valora su educación, fomenta una profesión docente para asegurar profesores altamente comprometidos, cuidadosamente preparados, continuamente desarrollados, apropiadamente pagados, adecuadamente conectados entre ellos para maximizar su propia expansión profesional, y enteramente posibilitados de hacer juicios pedagógicos profesionales efectivos usando sus capacidades y experiencia.

Lo anterior nos desafía como universidad y como facultad. Todos los académicos/as, profesionales, administrativos/as y directivos/as de la facultad trabajan a diario para otorgar a nuestros estudiantes las mejores oportunidades de aprendizaje y entregarles una formación y experiencia universitaria de calidad.