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Cómo se aborda la muerte en la escuela: Prácticas pedagógicas, conocimientos y experiencias de los profesores y profesoras de Religión Católica.


 La muerte no es extraña a los colegios. Con más frecuencia de lo que nos imaginamos, fallece un integrante de la comunidad escolar (padre/madre o apoderado, profesor o profesora, directivo, administrativo o un compañero/a del establecimiento). Las estadísticas indican que en los países occidentales, alrededor del 4% de los y las escolares pierden a uno de sus padres antes de los 18 años (Berg, Rostila & Hjern, 2016). En Estados Unidos, casi la mitad de los y las estudiantes de educación secundaria (48%) experimenta la muerte de un familiar o un amigo durante el año escolar (Rheingold et al., 2004); y la posibilidad de que a lo largo de la adolescencia se experimente la muerte de un familiar o de un amigo/a es de un 78% (Harrison & Harrington, 2001). 

Diversos estudios dan cuenta que la escuela es una de las instituciones que más puede acompañar y orientar a los niños y adolescentes a comprender la muerte debido a que pueden ofrecer un clima seguro y de apoyo socioemocional (Deaton & Berjan, 1995; Bowie, 2000; Gorosabel-Odriozola & León-Mejía, 2016; Schonfeld, 2019). Asimismo, se ha estudiado que el acompañamiento de la escuela es fundamental pues hay familias que evitan hablar de la muerte en sus hogares, desplegándose una ‘narrativa del silencio’ (Book, 1996). 

Asimismo, los fines de la educación chilena contemplan la reflexión de la muerte como un ámbito que favorece el desarrollo espiritual.  Como lo indica la Ley General de Educación Chilena (LGE) y los Objetivos de Aprendizajes Transversales (OAT) relativos a la Dimensión de Desarrollo espiritual, la escuela debe orientar a los estudiantes para que aborden las grandes preguntas de la existencia humana (artículo 30, LGE) y reconozcan la finitud de la vida (objetivo 1 de los OAT). El marco curricular agrega que la promoción de este objetivo, como el de los otros OAT, es un compromiso de toda la escuela que se desarrolla mediante un conjunto de actividades educativas siendo fundamental centrarse en las experiencias de los estudiantes (MINEDUC, 2015). En esta misma línea, el programa de la asignatura de Religión Católica valora especialmente el tema de la muerte como un ámbito del desarrollo espiritual, indicando que uno de los objetivos de aprendizaje es “que el estudiante pueda reconocer la finitud que tiene el ser humano y reflexionar en relación con la dimensión trascendente y religiosa de sus vidas” (Vicaría de la Educación Católica de la Conferencia Episcopal de Chile, 2020, p. 207). 

En este contexto, la presente investigación se propone estudiar cómo las y los profesores de Religión Católica (en ejercicio y en formación) abordan (o abordarían, en el caso del profesorado en formación) el tema de la muerte humana en clases de religión y cómo lo vinculan con el sentido de la vida. Al respecto, el presente proyecto indaga en los aprendizajes, contenidos y didácticas que desarrollan (o desarrollarían, en el caso de los futuros profesores) en torno al tema de la muerte y su vinculación con la vida. También interesa indagar en los conocimientos teológicos y del Magisterio de la Iglesia que maneja el profesorado para abordar la muerte, y las experiencias de fallecimientos en la escuela que, de acuerdo a las perspectivas de los propios profesores y profesoras, han influido en su modo de abordar la  muerte con sus estudiantes.