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¿Puede el SAE transformar la identidad de las escuelas católicas? Coloquio en Educación UC abrió el debate

mayo 6, 2025


El primer coloquio del ciclo 2025 abordó las tensiones que enfrentan los proyectos educativos confesionales en el actual contexto de admisión escolar.

El ciclo 2025 de Coloquios en Educación UC dio inicio con una reflexión crítica sobre los efectos del Sistema de Admisión Escolar (SAE) en la identidad de las escuelas católicas. El encuentro, realizado el pasado 30 de abril, fue organizado por el Ecosistema de Investigación de la Facultad de Educación UC, compuesto por la Dirección de Investigación, el Programa de Doctorado en Educación y CEPPE UC, y busca fortalecer el diálogo entre investigación, política y práctica educativa.

“Este ciclo lo hemos diseñado de manera diferente, con el propósito de abrir espacios a un público más amplio y fomentar una conversación directa entre quienes investigan y quienes toman decisiones o implementan políticas educativas”, señaló Paola Sevilla, directora de Investigación de la Facultad.

Desafíos de identidad en tiempos de cambio

La actividad se centró en la presentación de Pamela Ayala, doctora en Sociología UC, quien expuso sobre “Escuelas Católicas y SAE: Tensiones y desafíos para la identidad institucional”, proyecto financiado por el Fondo de Pedagogía en Religión que busca incentivar el desarrollo de la investigación en educación religiosa escolar.

El estudio —realizado en colaboración con María Angélica Guzmán (U. Católica Silva Henríquez)— analizó cómo las escuelas católicas particular subvencionadas de la Región Metropolitana responden a los cambios generados por el SAE. A partir de encuestas a más de 600 apoderados y entrevistas en profundidad a equipos escolares, la investigación revela que, si bien las familias valoran el proyecto educativo, también emergen tensiones relacionadas con la diversidad del estudiantado y la coherencia del proyecto educativo católico.

Tensiones con nuevo perfil de familias

Una de las preocupaciones centrales que emergen del estudio es la creciente distancia entre el perfil tradicional de las familias que elegían estas escuelas y las nuevas comunidades que ingresan a través del SAE.  En los sectores con mayor vulnerabilidad social se observa menor adhesión al catolicismo y escasa participación en actividades religiosas. Esto plantea un reto profundo para las escuelas, que han debido mantener sus actividades pastorales.

La presentación también detalló cómo el SAE ha afectado los mecanismos de selección y conocimiento previo entre escuela y familia, generando una rotación constante de estudiantes durante el año escolar, lo que dificulta la construcción de vínculos estables. Además, se menciona el surgimiento de nuevas dinámicas escolares asociadas a la diversidad cultural y religiosa, incluyendo una mayor presencia de estudiantes extranjeros y neurodivergentes, que tensionan tanto los recursos pedagógicos como la misión evangelizadora de estos proyectos educativos. Aun así, destacó que muchas de estas escuelas han respondido con creatividad, proponiendo actividades sistemáticas que refuercen el proyecto institucional y promuevan la inclusión sin renunciar a su identidad confesional.

Comentarios y tensiones interpretativas

Gabriel Gutiérrez, profesor asistente de Educación UC, comentó la exposición y valoró la investigación como una contribución clave a un campo escasamente explorado en la literatura nacional. A su juicio, las escuelas católicas —que representan una proporción significativa del sistema escolar— son un espacio privilegiado para observar cómo interactúan las políticas públicas con las expectativas de las familias y los proyectos institucionales.

Gutiérrez coincidió en que existe una resistencia notable por parte de estas escuelas, que, pese a los escándalos que han afectado a la Iglesia y a los procesos de secularización en curso, no han experimentado una caída drástica en su matrícula. Esto sugiere que ofrecen algo que muchas familias siguen valorando, aunque no siempre se traduzca en participación o adhesión doctrinal.

No obstante, también planteó observaciones metodológicas y de interpretación. Advirtió que indicadores como la alta proporción de familias que postularon en primera opción o la satisfacción escolar deben ser analizados con mayor cuidado, ya que podrían reflejar también una falta de alternativas reales más que una preferencia activa. En ese sentido, recomendó complementar los datos de percepción con información oficial del SAE, para enriquecer la comprensión del fenómeno.

Finalmente, Gutiérrez destacó que el desajuste entre las expectativas institucionales y las nuevas comunidades escolares no necesariamente se explica solo por el sistema de admisión. También podría estar relacionado con cambios en la forma de vivir la fe católica, más que con una disfunción provocada por la política pública. “Es necesario preguntarse si el problema no está en que las familias ya no son ‘el católico que la escuela espera’, más que en una transformación del perfil provocada exclusivamente por el SAE”, concluyó.