Proyecto FONDEF propone innovador sistema de evaluación de la escritura para estudiantes de 5° básico
enero 3, 2024
El objetivo del proyecto fue construir una prueba que tuviera principios de equidad y justicia social en todas las dimensiones de su diseño.
“Hacia una evaluación socialmente justa de la escritura” es el nombre del Proyecto FONDEF que, tras dos años de desarrollo, presentó sus resultados el pasado 19 de diciembre en la Facultad de Educación UC.
El proyecto, liderado por la académica de la Facultad y directora de Postgrado de Educación UC, Natalia Ávila, buscó construir una prueba que tuviera principios de equidad y justicia social en todas las dimensiones de su diseño. Para eso, se creó una prueba estandarizada para ser aplicada a gran escala. A diferencia de las evaluaciones que se usan solo para dar información al sistema, ésta va más allá, porque se asocia a un sistema de enseñanza, que sirva como un diagnóstico a gran escala.
La investigación fue liderada por la UC y desarrollada en conjunto con las universidades Diego Portales y Alberto Hurtado, quienes conformaron un equipo interdisciplinario de expertos en escritura y en medición, vinculados a las políticas públicas. Durante la presentación de resultados estuvo presente el director alterno del proyecto e investigador de MIDE UC, Diego Carrasco, las investigadoras María Jesús Espinosa, Javiera Figueroa y Rosario Escribano, y el investigador Ernesto Treviño.
En el proyecto actuaron como entidades asociadas la Dirección de Educación Pública y el Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación, SUMMA. Durante el evento también estuvieron presentes el director de MIDE UC, Jorge Manzi, la jefa del Subdepartamento de Programas Educativos y Desarrollo Profesional de la Dirección de Educación Pública, Francisca Zamorano, y el decano de la Facultad de Educación UC, Alejandro Carrasco.
“Este proyecto hace algo muy importante, que es tratar de desacoplar el efecto que tiene el contexto socioeconómico del efecto escuela, o del efecto profesor o las intervenciones educacionales. Desacoplar eso es muy difícil y desafiante, y hacerlo en particular sobre la escritura, como este proyecto, me parece muy importante. Creo que es una gran contribución, no solo en Chile, sino a la investigación educacional global”, mencionó durante la actividad el decano Alejandro Carrasco.
La jornada contó con un panel de conversación a cargo de María Ángeles Castillo, profesora del Colegio Campanario; Tamara Rozas, coordinadora de Evaluación y Estándares de la unidad de Currículum y Evaluación del Mineduc; y Paulina Videla, jefa de la División de evaluación de logros de aprendizaje de la Agencia de Calidad de la Educación.
Ausencia de sesgos
En el encuentro, Natalia Ávila presentó un texto elaborado por uno de los estudiantes que participó en la prueba: un folleto de prevención del maltrato animal, escrito por un niño o niña de quinto básico.
“En este texto, que es breve, podemos ver varios indicadores respecto de la capacidad de escribir de este joven escritor o escritora. El texto comienza con una oración en un primer párrafo que introduce el tema y su importancia: ‘El maltrato animal ha sido provocado por los humanos’, para luego ejemplificar. El tema se desarrolla con dos párrafos más, cada uno con una temática clara”, explicó Natalia Ávila.
“Todos nosotros acá somos adultos alfabetizados, por lo tanto solemos subestimar la complejidad de la escritura. Pero lo cierto es que la escritura es una actividad increíblemente compleja”, puntualizó la académica. “Por el mismo motivo, la escritura es también una habilidad muy compleja de medir. Y no es solamente una habilidad cognitiva, sino que también es una práctica social”.
Que sea una práctica social, explicó, deriva en que haya unas formas más prestigiosas y socialmente valoradas que otras. Formas de escribir formales, académicas, y más cercanas al “hábitus dominante”. Un reto muy importante a la hora de preguntarse cómo evaluar la escritura, tiene que ver precisamente con cómo desenredar ese complejo entramado en que las experiencias sociales previas condicionan lo que es considerado como correcto a la hora de escribir.
“Estos resultados son muy prometedores en el contexto actual, en el que se necesitan nuevos instrumentos para medir los eventuales rezagos por la pandemia y en el que se está repensando el rol del SIMCE y las pruebas estandarizadas en el país. El proyecto propone unas formas concretas e innovadoras de avanzar a pruebas que no tengan sesgos y que beneficien al sistema mediante el desarrollo de un uso justo de los puntajes, como es la enseñanza a partir de sus resultados”, agregó Natalia Ávila.
Para el proyecto se diseñaron 6 estudios, 3 de ellos experimentales. Primero, se indagó en los temas y tareas que generaban más motivación a la escritura; segundo, se testeó un dispositivo que activa los conocimientos previos sobre el tema y sobre el género a escribir, y que permitió que los estudiantes aumentaran 2.48 veces sus posibilidades de escribir mejores textos en la prueba. En otros estudios se testearon las rúbricas, y el formato de corrección más adecuado. El quinto estudio diseñó un sistema de enseñanza asociado al puntaje.
Se testeó con apoyo de profesoras y profesores una propuesta de enseñanza asociada a los resultados de la prueba consistente en dos rutas de aprendizaje, donde cada una abordó diferentes aspectos de la escritura que permiten usar los resultados de las pruebas para enseñar y seguir mejorando. El estudio final encontró que el instrumento es invariante a la escolaridad de los padres, es decir, no introduciría un sesgo socioeconómico al medir la escritura.